Íslendingabók (el libro de los islandeses) y por qué no me hago la prueba de ADN
Siempre he sentido curiosidad sobre mi origen. Lo que hoy día conocemos como España han sido dominios de diferentes pueblos a lo largo de la historia. Fenicios, romanos, algunos pueblos germánicos, visigodos, árabes; otros que siempre han estado aquí como vascones o astures. También convivieron judíos, musulmanes y cristianos sino en armonía, por lo menos, bajo el mismo soberano.
Más de una vez estando en otros países (incluyendo Polonia), me han tomado por árabe y me han saludado con “as salam u alaikum” (que la paz esté contigo), a lo que yo he respondido como se debe “wa alaikum as salam” (que la paz esté contigo también) aunque si hay un poco más de interacción, debido al idioma no necesito explicar que soy extranjero pero, si la conversación se alarga, suelo aclarar que no soy musulmán. Prácticamente todas las personas con las que he mantenido una conversación larga sobre el tema se han sorprendido al saber que España fue musulmana durante casi 800 años y que los árabes dominaron la mayor parte de la península ibérica.
Al igual que a muchos turcos no les entra en la cabeza que no soy uno de ellos y siguen hablando en su idioma sin parar y haciendo caso omiso a mis palabras: “no turkish… spanish… Spain”. Con algún que otro israelí he tenido similares problemas; piensan que soy uno de ellos y cuando les digo que no, preguntan con miedo en sus ojos: arab?
La prueba de ADN
Hace tiempo vi un vídeo y supe que era posible salir de dudas… lo único malo era el precio. En aquella época solo había una empresa que podía hacerte la prueba por casi 200 dólares y, en aquella época, estábamos ahorrando para viajar. Gastarnos ese dinero en algo que me podría hacer más adelante, no me convencía en absoluto. Ahora sé que hice bien.
Hace unos días empecé a buscar información sobre la dichosa prueba y la oferta ha aumentado: ahora hay al menos diez laboratorios dedicados a analizar el ADN de la gente que quiera conocer sus orígenes. Algunas de esas pruebas cuestan tan solo 60 euros y las venden online para que puedas comprarlas para regalárselas a alguien, pero, si sigues investigando un poco, descubrirás que en cierta medida son un fraude.
Muchos de estos laboratorios te lo venden como una prueba para conocer tus ancestros, aunque, en realidad, los resultados serán un informe sobre tu etnicidad. Hasta ahí todo bien; eso es lo que me interesa. El problema es que estos laboratorios comparan tu ADN con el de otras personas contemporáneas; no con personas que vivieron en el pasado. Además, esta comparación se limita a la base de datos de cada laboratorio, así que los resultados pueden variar mucho de un laboratorio a otro.
Al investigar encontré algunas opiniones de expertos que afirman que hay muy pocas personas en todo el mundo a las que se les haya secuenciado el ADN y que los resultados que obtengas nunca serán reales hasta que haya miles de millones de personas analizadas y agrupadas en una sola base de datos.
El ADN en Islandia
Este interés por el ADN se despertó de nuevo en mí al llegar a Islandia. Por qué te preguntarás. Justo aquí, en Reikiavik está la sede de la empresa deCode Genetics, líder mundial en el análisis y la comprensión del genoma humano.
La empresa tiene el laboratorio perfecto y un experimento que se remonta a más de un milenio. La pequeña Islandia está habitada por un poco más de 360.000 personas que (a excepción de los inmigrantes) descienden de unas mil personas (escandinavos y algunos esclavos celtas de las islas británicas) que se establecieron aquí en la década de 870. Desde entonces hasta prácticamente finales del siglo XIX estuvieron aislados.
Aunque también tienen problemas para conocer su origen ya que es difícil seguir la pista generaciones atrás por la forma en que construyen sus apellidos. Para apellidar a los hijos ponen el nombre del padre terminando en -son (hijo de); y para las hijas, el nombre del padre terminado en -dóttir (hija de). Con este sistema tus progenitores tendrán apellidos diferentes a los tuyos; al igual que tu descendencia. Como puedes suponer esto complica bastante las cosas a la hora de elaborar un árbol genealógico.
La solución a este problema la tienen desde hace siglos…
El libro de los islandeses (Íslendingabók)
Muchos siglos antes de conocer la existencia del ADN, concretamente en el siglo XII, un monje islandés llamado Ari Þorgilsson recibió el encargo de escribir un libro con la historia de los orígenes del pueblo islandés y lo hizo por partida doble ya que el primer ejemplar no fue del agrado del monarca que lo encargó. Hasta nuestros días solo llegó el segundo ejemplar: un compendio que narra los hechos importantes de la historia de Islandia (sin las leyendas sobrenaturales tan comunes en esta cultura). Desde Ingólfur Arnarson, el primer colono, el Íslendingabók cuenta con nombre y apellidos el proceso de colonización de Islandia, las leyes aprobadas, la formación de los gobiernos y, en un apartado al final, el árbol genealógico de los reyes escandinavos.
Gracias a todo esto, Islandia posee el mapa genealógico de toda su población. Algo de vital importancia en el día a día de los islandeses. Con 360.000 descendientes de apenas 1.000 personas es muy posible que exista un parentesco “demasiado” cercano entre dos personas y que estas no sean conscientes de ello.
Los datos del Íslendingabók original del siglo XII han sido transmitidos a una base de datos de una página web. En esta página web gratuita, cualquier islandés introduce su kenitala (número de identificación) y puede consultar quienes fueron sus antepasados de los últimos 300 años y conocer los parentescos actuales.
Pero no se quedaron en la página web; estamos en la era de las aplicaciones. Islandia traspasó y amplió esa base de datos hasta poder rastrear los orígenes hasta 1.200 años en el pasado. Se dice que esta aplicación se volvió muy popular entre jóvenes (y no tan jóvenes) para saber si otra persona es un pariente cercano o si se tiene luz verde para ligar; solo tienen que juntar los teléfonos con esta aplicación y sabrán si tendrán suerte esa noche o tendrán que seguir buscando.
Respecto a mi curiosidad sobre mis orígenes, no me queda otra solución que esperar a que algún día secuencien el ADN de miles de millones de personas y almacenen toda esa información en una sola base de datos o a que descubran el libro de la Península Ibérica…
¿Y tú? ¿Alguna vez has pensado en tus orígenes?
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Víctor
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