La vida real en Kerala
Uno de los motivos por los que nos gusta viajar es conocer otras gentes con otras culturas y otras costumbres. En cada lugar que visitamos, intentamos “colarnos en una casa” y observar a sus habitantes y su manera de pasar un día cualquiera de sus vidas cotidianas. India no era una excepción. En Delhi resultó que nuestro anfitrión en Couchsurfing era un timador (escribimos a CS exponiendo la experiencia y le borraron el perfil), en Leh tuvimos mucha suerte con nuestro pequeño guesthouse de dos habitaciones donde vimos y experimentamos el día a día de una familia del estado de Ladakh. Ahora nos tocaba conocer la vida real en Kerala pasando un día con una familia.
La vida real en Kerala
Creemos que muy pocos turistas o, quizás, ninguno se ha quedado nunca en Kothamangalam. Al bajar del autobús y salir de la estación causamos murmullos y una gran expectación para ver qué hacíamos allí. En menos de diez minutos apareció el conocido 4×4 que nos llevó desde el lago Pangong de regreso a Leh con nuestro amigo Austin al volante para llevarnos a su casa donde fuimos recibidos por los padres de Austin con un vaso de limonada fria hecha con limas del su propio jardín.
El jardín
Uno no puede entender lo que es un jardín exótico hasta que haya visitado algún lugar como Kerala. En sus jardines no hay tomates ni pimientos, no hay frutas como peras o manzanas, tampoco encontrarás romero ni tomillo tan típico en nuestras mesas.
En un jardín exótico puedes escoger entre diferentes tipos de plátanos y mangos, cocos, papayas, rambutanes o los gigantescos jackfruit; si buscas especias tendrás que conformarte con pimienta de todos los colores, clavo, nuez moscada, diferentes tipos de chili, jengibre y lo más omnipresente en la cocina hindú: curry y cúrcuma. Cada planta del jardín tiene su cometido, ya sea para comer o para elaborar medicamentos y/o remedios de ayurveda, la famosa medicina tradicional hindú.
Comida sin límites
Después de mostrarnos y explicarnos todo el jardín y probar unas cuantas frutas, fuimos a recoger del trabajo a Ponnu, la mujer de Austin y, con gran espectación por nuestra parte, llegó la hora de comer auténtica comida casera hindú. En Kerala no son vegetarianos y Lucy (la madre de Austin) preparó cantidades para alimentar a un ejército de diferentes platos. Tuvimos pescado al curry, cerdo asado con plátanos, una ensalada de remolacha con jenjibre, chutney y encurtidos caseros de mango, de limón y de pescado; todo ello con el indispensable arroz en cantidades industriales. Por suerte, en cuanto nos levantamos de la mesa, propusieron ir en coche a un parque natural cercano y a pasear por el río para bajar un poco la comida.
Un paseo por el río
Si la misma Kerala ya es verde, no podíamos imaginarnos como sería el parque natural. Como eran las tres de la tarde y el sol caía a plomo, fuimos en coche por una pequeña carretera rodeados de palmeras y una vegetación tan frondosa que nos pareció encontrarnos en una selva. Sólo las señales de advertencia de elefantes, los claros donde se veía el rio y algunas cascadas rompían la monotonía del verdor de la naturaleza. De vuelta paramos en un puente para observar a los pescadores con redes. Pescar con ese tipo de redes requiere mucha práctica ya que llegan a pesar casi diez kilos.
La hora de la cena
Al regresar nos esperaban un té con leche y una variedad de platos con plátanos, papayas, mangos y jackfruits que debíamos comer ya que eran de tipos diferentes a los que habíamos probado a nuestra llegada. Inmediatamente nos montamos todos en el coche y nos fuimos a la casa familiar de Lucy porque su hermano y su familia querían conocernos y nos estaban esperando para cenar.
Evidentemente nos recibieron con bebida y más platos de fruta. Nos enseñaron su jardín en el que también tienen árboles del caucho y un pequeño estanque donde crían diferentes tipos de peces como futuro alimento. Abrieron un jackfruit, especialmente para nosotros, con un cuchillo en forma de hoz diseñado para ello y (Kasia ayudó) pudimos apreciar como se separa la carne para comer de las semillas que, después de secar y moler, utilizan como especia. Incluso el aceitoso corazón de la fruta se utiliza en ayurveda.
Cenamos dos platos cada uno de puré hecho con yuca y curry de ternera con verduras.
Sorpresa: Segunda cena
Cuando pensábamos que se había acabado y que podríamos aguantar el dolor de estómago por las cantidades de todo lo que habíamos comido, nos quedamos de piedra al oir que aún teníamos que probar el plato más típico de Kerala: Arroz biryani con pollo. Nuestros anfitriones no entendían cuando les decíamos que ya era suficiente y nos ponían de dos a tres cucharadas más. Agradecidos por la no existencia de postres nos arrastramos hasta la ducha y fuimos a tumbarnos cuanto antes para ayudar a que todas las fuerzas de nuestros cuerpos se emplearan en digerir todo el contenido de nuestros hinchados y doloridos estómagos.
La partida
A la mañana siguiente después de desayunar un poco de fruta, nos despedimos de toda la familia que nos acogió como a unos miembros más abriendo las puertas de su casa y de sus vidas. Les agradecimos una y otra vez nuestra estancia allí y todo lo que nos mostraron y explicaron sobre su cultura y gastronomía, algo que sin ellos nos habría resultado imposible descubrir, aprender y entender. Emprendimos camino en dirección a Munnar para ver las montañas y las plantaciones de té aunque debido a la incesante lluvia y el cielo completamente nublado no vimos absolutamente nada de nada y a la mañana del tercer día, asumiendo que la lluvia no pararía jamás, nos montamos en el autobús de vuelta a Fort Kochi.
Segunda parte
Al final fue una despedida parcial. Unos días después Austin junto con Sandeep, que ya conocimos en Ladakh, y otro amigo suyo, James pasaron unas horas por Fort Kochi. Cruzamos media ciudad y nos llevaron al mejor restaurante local de comida malabar donde cada persona observaba a los primeros blancos que comían allí. A pesar de que nuestros paladares son incapaces de apreciar las diferencias que hacen que ese restaurante sea el mejor, disfrutamos mucho con los diferentes platos salados y dulces, con los zumos de diferentes mangos y con la conversación de nuestros compañeros. Para terminar fuimos a un, famoso localmente, Toddy bar a beber cerveza de coco y comer cangrejos y gambas. Nos llevaron de vuelta a Fort Kochi y conseguimos que nos dejaran invitarles a té y tarta.
Desgraciadamente esa si que fue la despedida de nuestro gran amigo Austin.
THANK YOU AUSTIN!
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Víctor
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