De monasterio a monasterio
En Vanadzor pasamos una tarde estupenda con nuestra anfitriona Josephine, una estadounidense, voluntaria de los cuerpos de paz que enseña inglés en Armenia desde hace más de un año. Nos dio muchos consejos sobre como llegar y que ver en el país, no en la ciudad de Vanadzor que a mí me resultó deprimente con todas las calles llenas de basura y la nieve sucia amontonada por todas partes. Nos pareció que Josephine se relaciona, principalmente, con otros (hay muchos) voluntarios del cuerpo de paz y no pudimos conocer de primera mano como viven los armenios pero en su casa tuvimos una velada cocinando, comiendo y bebiendo vino armenio junto a una amiga suya (por supuesto voluntaria) muy agradable.
En cuanto bajamos de la marshrutka, teníamos un coche esperándonos. Un médico y un electricista con los que (con una mezcla de polaco y ruso nivel Barrio Sésamo) hablamos de todo, incluida la independencia del País Vasco. Nos llevaron hasta un cruce, donde con un par de coches más llegamos hasta Gosh. El monasterio en plena fase de restauración no nos llamó mucha la atención pero tanto los alrededores como el camino merecieron la pena. La bajada fue más difícil; el tiempo empeoró y los dos coches que pasaron iban llenos pero a lo lejos vimos un tractor y pensé “el no ya lo tenemos” y levanté el pulgar… Desde este día somos una importante anécdota para el pueblo porque no todos los días puedes ver a dos sonrientes turistas con mochilas enormes subidos en los guardabarros de un tractor.
Haghartsin, el siguiente monasterio, como siempre, estaba a unos cuantos kilómetros subiendo por una empinada carretera, pero encontramos a un conductor que no sólo nos llevó hasta el cruce de carreteras sino que, también como siempre, nos dejó a 200 metros del monasterio con la condición de que le encendiéramos una vela. El paisaje a lo largo de la carretera de subida sigue el cauce de un rio, rodeado de pinos y plagado de zonas de pic-nic con sus mesas, bancadas y barbacoas pero el monasterio después de toda la reconstrucción y la limpieza que ha sufrido parece que ha sido construido hace un par de años. Compramos una vela y nos dieron tres (alguna costumbre de aquí que desconocemos) y le encendimos una a nuestro último conductor, otra a todos las personas que nos han ayudado a lo largo del viaje y otra a los que nos ayudarán. Aunque no tengo muy claro si cuenta viniendo de una agnóstica y de un ateo, estoy seguro que no le hacemos daño a nadie y que muchas de esas personas nos lo agradecerían si lo supieran.
Entonces llegó el problema: eran las dos y pico de la tarde. Muy pronto para acampar y más teniendo en cuenta que estamos casi bajo cero. Decidimos intentar llegar hasta algún pueblo bastante más abajo y allí pensar donde acampar. Empezamos a bajar andando mientras le hacemos señas a los pocos coches que pasan pero todos van llenos. Paramos para comer algo y seguimos bajando, nos pasa un Nissan 4×4 que va lleno pero al rato lo vemos subir y dar la vuelta a nuestro lado, nos metimos cuatro personas en los asientos de atrás y nos acercaron hasta Dilijan. Entramos en un bar para tomarnos un té, entrar en calor y llamar al anfitrión de CS con el que habíamos quedado para el día siguiente en Hrazdan y nos dice que podemos llegar un día antes. Uno de los camareros habla un poco de español y me acompaña hasta la estación de autobuses que está a veinte metros para preguntar los horarios y resulta que no hay autobús hasta las seis del día siguiente, damos las gracias por todo, salimos, sacamos el pulgar y en cinco minutos estamos a bordo de un lujoso Lexus con tres hombres con aspecto de mafiosos. El «jefe» se pasa todo el camino hablando por teléfono y diciendo a su «mano derecha» que nos dé conversación pero al salir de un túnel a más de 2000 metros de altitud y vernos rodeados de montañas nevadas cubiertas de hielo deslumbrante por el sol que brilla como si fuera verano, el «jefe» deja en paz a su empleado y nosotros pudimos disfrutar de la vista de las montañas y del lago Sevan que vino a continuación. Nos dejaron en una gasolinera a la entrada de la ciudad y nos consiguieron, allí mismo, un transporte hasta la parada de autobús que nos llevaría a casa de nuestro siguiente anfitrión, Joshua.
Joshua, otro personaje interesante, nacido en Ecuador de padres estadounidenses, ha pasado la mitad de su vida en Ecuador, ha estudiado en Nueva York y los últimos dos años y medio vive en Armenia donde, como reto personal, aprende armenio porque le encantan los idiomas. De hecho es profesor de inglés, trabaja para diferentes escuelas on-line. Al día siguiente presenciamos una clase y me resulta muy interesante. Aunque necesitaría aprender diferentes programas informáticos, es algo que no descarto para un futuro lejano o, quizás, cercano. Justo ese día tiene que ir a Ereván y se ofrece a llevarnos en un Lada Niva pero no de los modernos sino uno de los antiguos construido por los soviéticos.
Al salir a la calle agradecimos haber dormido bajo techo y no en nuestra tienda de campaña porque desde la noche anterior, dependiendo a que altitud estés, ha estado nevando o lloviendo. Llegando a Ereván se convirtió en una ligera llovizna que duró todo el día.
- Síguenos a través de Facebook.
- Echa un vistazo a nuestro Instagram. A través de las historias podrás ver donde estamos y que hacemos.
- Suscríbete a nuestro Newsletter y una vez al mes recibirás las novedades de nuestro blog.
Si te gusta lo que hacemos o te ha gustado este post, díselo al mundo: presiona alguno de los botones de abajo y comparte (estaremos muy agradecidos). Apóyanos con algún comentario o un «Me gusta». Significa mucho para nosotros. Muchas gracias.
Víctor
Latest posts by Víctor (see all)
- Cataratas en Islandia - 02/09/2020
- Íslendingabók (el libro de los islandeses) y por qué no me hago la prueba de ADN - 10/08/2020
- Descubriendo Plovdiv - 06/07/2020
Esta entrada tiene 0 comentarios