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Tíbet sin permiso

Tíbet sin permiso. Sichuan y Gansu

Tíbet ¿Qué hay en China que atraiga más? ¿La Gran Muralla? ¿Los Guerreros de terracota de Xi’an? ¿Las megaciudades de Shanghái, Beijing o Hong Kong? No, nada de eso tiene un poder de atracción tan fuerte como el del Tíbet. Para muchas personas es un reclamo tan grande que son capaces de gastar el sueldo de muchos meses en una visita de unos pocos días. Yo no critico a esas personas, les envidio. Aún sabiendo en que se ha convertido Lhasa. Aún sabiendo que todo ese dinero va a engrosar las arcas del gobierno chino, el gobierno invasor. Aún sabiendo que todo está preparado para exprimir hasta el último céntimo del turista extranjero y local. Les sigo envidiando pero… ¿qué pasaría si se pudiera visitar Tíbet sin permiso?

Visitar tierras tibetanas

Como no queríamos saquear nuestro presupuesto de viaje para entrar en la Región Autónoma del Tíbet; decidimos recorrer las poblaciones “pequeñas y medianas” que pertenecen a lo que, antes de la ocupación china, fue Tíbet. Eso quiere decir Tíbet sin permiso. Hoy en día muchas tierras con poblaciones tibetanas forman parte de las provincias de Gansu y Sichuan para las que no se necesita ningún permiso especial ni ir acompañado de guía oficial.

Tíbet sin permiso
Los alrededores de Litang nos recordaban un poco Mongolia

Tíbet sin permiso, nuestro itinerario

Xiahe —> Langmusi (auto-stop)

Langmusi —> Zhagana —> Langmusi (mini-bus)

Langmusi —> Songpan (autobús)

Songpan—> Chengdú (autobús)

Chengdú —> Leshan (tren)

Leshan —> Kangding (auto-stop)

Kangding —> Tagong (mini-bus)

Tagong —> Ganzi (auto-stop)

Ganzi —> Litang (autobús)

Litang —> Henixiang —> Litang (moto)

Litang —> Xiangcheng —> Shangri-La (autobús)

Desde Tagong pensábamos ir, por una carretera infernal durante más de 300 kilómetros, a Larung Gar. El lugar más importante de estudios tibetanos y el hogar de más de 10.000 monjes y monjas. Sabíamos que el gobierno chino, a pesar de las quejas internacionales, había empezado a demolerlo en julio y esa era otra razón para visitarlo antes de que desapareciese. Afortunadamente nos enteramos a tiempo de que desde octubre del 2016, los extranjeros no pueden entrar a Larung Gar y que no avisan hasta que llegas con el autobús después de unas cuantas horas de trayecto inútil que, además, tendrás que recorrer otra vez pero a la inversa.

Tíbet sin permiso
Las preciosas ruedas de plegaria rodean casi todo el monasterio de Labrang en Xiahe.

¿Pequeños pueblos?

Los pueblos pequeños no son lo que nosotros entendemos por pequeños; teniendo en cuenta que para los estándares chinos una ciudad de tres millones de habitantes es pequeña, podéis sacar vuestras propias cuentas. Si un lugar tiene algo turístico que los chinos han decidido explotar y alguna vez fue pequeño, hoy en día se ha convertido en una ciudad llena de hoteles, tiendas y restaurantes. En alguna de esas ciudades (aún) se pueden apreciar dos partes diferenciadas. La parte china con edificios nuevos que albergan hoteles (para chinos), tiendas de souvenirs y telefonía móvil, bancos y demás hasta llegar (si se puede) hasta la misma puerta del monasterio o templo. Y la parte tibetana, mucho más pobre, con calles sin pavimentar, casas de adobe, pequeñas tiendas de alimentación y el saludo tibetano “Tashi Delek ” acompañado de sonrisas allá donde mires.

Tíbet sin permiso Labrang
Pueblo tibetano en Xiahe visto desde el monasterio Labrang. En el fondo la ciudad china.

En los pueblos en los que hay más de un monasterio se puede apreciar cual es el subvencionado por el gobierno chino ya que estará en plenas obras de renovación y se verán los grandes hoteles en construcción que tendrán excelentes vistas al monasterio en cuestión. Por otro lado están los no subvencionados donde las entradas suelen ser más baratas, están peor conservados pero son un poco más auténticos. Cada uno puede elegir el que más le convenza o verlos todos y decidir después cual le gustó más.

El monasterio de Labrang

En Xiahe se encuentra uno de los monasterios más grandes fuera de la Región Autónoma del Tíbet. Tiene más de 300 años de antigüedad y más de 1.700 ruedas de oración dispuestas a lo largo de más de tres kilómetros de recorrido. Es comprensible que sea una gran atracción tanto para el turismo como para monjes que acuden a realizar o completar sus estudios budistas.

Tíbet sin permiso
Esto es sólo uno de los tantos edificios del monasterio Labrang en Xiahe

Desde todos los rincones de las tierras budistas, cada día y durante todo el año llegan peregrinos para purgar sus pecados, purificar sus almas, pedir deseos o agradecer los que ya han sido concedidos. Recorren el camino a pie mientras rezan, se inclinan y se tumban hasta tocar el suelo con sus frentes, después, se levantan andan hasta donde su frente tocó el suelo y vuelven a repetir toda la operación de juntar las manos, inclinarse y tumbarse. Durante todo el tiempo de peregrinación (supongo que meses) van recitando los siguientes versos:

«Echándome al suelo cuan largo soy, estoy midiendo la inmensidad del camino. Entre mis dedos veo pasar rápidamente las nubes blancas. Poco importa lo empinado de las pendientes; las subiré como los peldaños de una escalera al cielo. Encadenando mis pasos, unos tras otros, recorreré grandes prados como se siguen, hoja por hoja, las páginas de un libro de plegarias.»

Tíbet sin permiso
Oración budista en el monasterio de Labrang

¿Qué ver en Sichuan además de los monasterios?

Recordad que estáis en los Himalayas o bastante cerca. Por lo tanto en cada pueblo se pueden recorrer los montañosos alrededores haciendo algunos trekkings por tu cuenta o contratando una excursión organizada en los lugares más turísticos.

A sesenta kilómetros de Lijiang se puede hacer el famoso trekking Tiger Leaping Gorge. Dependiendo del camino y de la forma física de cada uno puede hacerse entre dos y cuatro días. Lo más importante para realizar un poco de esfuerzo a estas altitudes es estar bien aclimatado y para eso cada persona necesita su tiempo.

Como la rodilla que me falló en Nepal volvió a darme problemas, para nosotros se acabaron los trekkings de momento. Afortunadamente nos quedaba lo que más nos gusta hacer en cada lugar, incluso en nuestra ciudad: pasear por las callecitas hasta perder por completo la orientación y disfrutar de andar sin rumbo para disfrutar de cada detalle que puedas encontrar en ese deambular. Observar el día a día de las personas que viven allí mientras les saludas con una sonrisa. Recomiendo perderse por las calles sin asfaltar de las zonas tibetanas en Litang y, sobre todo, en Ganzi.

Tíbet sin permiso
En moto por los alrededores de Litang. Muy recomendable 🙂
Tíbet sin permiso
Ganzi, un poco lejos, pero merece la pena. Nos encantó

Los pandas de Chengdú

Chengdú es conocida mundialmente por albergar (a unos 130 km.) la Reserva natural nacional Wolong con su Centro para la investigación y la reproducción del Panda Gigante. Algunas personas nos dijeron que en esa época del año había muchos turistas chinos visitando a los pandas y sabiendo como se comportan los chinos cuando están de vacaciones; decidimos renunciar a ver semejante espectáculo. Además por mucho que el ser humano intente reproducir el hábitat de un animal, para mí, sigue siendo como un parque zoológico con sus correspondientes animales en cautiverio.

Nuestra razón para ir a Chengdú (al igual que la de muchos viajeros) era renovar nuestro visado. Para hacerlo hay que tener paciencia ya que después de esperar unas cuantas horas para entregar todo el papeleo que piden; os informarán de que los tramites son siete días laborables (más que sacar un visado nuevo); lo que significa pasar nueve días en una ciudad de más de quince millones de habitantes.

Aquí os dejo un consejo: en Leshan, además de ver la estatua de Buda en piedra más alta del mundo, renuevan los visados en un solo día. Y si sales de las cercanías de la estatua, es una ciudad mucho más agradable para pasear y intentar hablar con la gente que la grande, ruidosa y turística Chengdú.

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Víctor

Atípico español, que no aguanta los toros, el fútbol, el flamenco y el calor. Le encanta el invierno y la cerveza fría. Profesor de español de vocación. Un cabezota que siempre tiene su opinión. Manitas comparable a MacGyver, con cinta, cuerda y un cuchillo arregla casi todo y con pegamento, todo. Cuando coge un libro, el mundo no existe. Bueno, lo mismo pasa si se pone a acariciar a perros y gatos. Se levanta y se despierta al mismo tiempo. Vamos, un tipo majo 😀

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